El

El
Por Tristán, poeta popular de Santiago

CUARTETA

A cuestas con su organillo
caminando sobre el barro
hieren sus pies los guijarros
con mil filos de cuchillos.

GLOSA

La penumbra lentamente
ha oscurecido la calle
y aquel bullicioso valle
duerme ya plácidamente;
se escucha muy suavemente
el rumor del vientecillo;
de hambre llora un chiquillo
en una casa cualquiera
mientras él va por la acera
a cuestas con su organillo.

Muy cansando, sudoroso,
pese a ese frío glacial
va camino de su hogar
después de andar fatigoso;
le brinda un dulce reposo,
desde el fondo de un cacharro
saca para sí un cigarro
que encontrara el otro día,
cuando a su casa volvía
caminando sobre el barro.

El es joven todavía,
pero no tiene trabajo,
recuerda cuando a destajo
entregaba su energía,
trabajando noche y día
destrozándose las manos,
al empujar esos carros
cargados del mineral,
no importa si al caminar
hieren sus pies los guijarros.

Isabel, mujer amada,
a la que un día se unió,
la muerte la separó
de su lado una mañana;
su moribunda mirada
la fijó sobre el anillo
las estrellas son su brillo
entre las latas del techo
van y caen sobre el lecho
con mil filos de cuchillo.

DESPEDIDA

Del organillo el cantar
por el valle ya no se oye,
sólo el viento silba y corre,
silba y corre sin cesar;
y comienza a lloviznar,
las gotitas de agua pura
acarician con dulzura
la tierra y los verdes prados
mientras el siente a su lado
que cavan su sepultura.

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