¡Fuera los entrometidos!

¡Fuera los entrometidos!
por Azucena Roja, poetisa popular de Santiago

CUARTETA:

Los cobardes asesinos
han metido sus narices
en toditos los paises
que piden cambiar su sino

GLOSA:

Ya en este continente
la vida se hace imposible
y no puede ser posible
la actividad de su gente;
la política indecente
de traidores servilinos
les esta abriendo el camino
en este pedazo e’ tierra
para que siembren la guerra
los cobardes asesinos.

El repudio es general
por la intromisión sin nombre
en la actitud de los hombres
que se quieren libertar;
como han podido probar
todos aquellos paises
que han querido de raíces
cortar esa yerba mala,
así como en Guatemala
han metido sus narices.

Los pueblos bien se comprenden
porque el azote es el mismo:
el del yanqui-imperialismo,
del cual todos se defienden;
y también de los que venden
el color de sus barnices,
gustando de los matices
que va combinando el oro
entregado sin decoro
en toditos los países.

Hoy ha sido traicionado
el pueblo de Guatemala.
Recurrieron a las balas
para dejarlo humillado:
por haberse reformado
la labor del campesino
se ha enojado el “buen vecino”,
atacando con traición
a toda esa población
que pide cambiar su sino.

DESPEDIDA:

Me despido repudiando
la traición vil y cobarde
y espero que no muy tarde,
puedan irse liberando,
los pueblos que están luchando
por echar a esos ladrones
que nos venden los cañones
y se llevan las riquezas,
dejando en la pobreza
a todas estas naciones.

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Las botas mágicas

Las botas mágicas
por Azucena Roja, poetisa popular de Santiago

CUARTETA

Botas como estas no tuve
Don Inocencio decia;
por no hacer caso ese día
hoy desando lo que andube.

GLOSA

Don Inocencio se halló
unas cepilladas botas
y botando las ojotas
ahí mesmo se las calzo;
de inmediato se encontró
transportado hacia las nubes
y así sube que te sube,
fue a parar a un pedestal,
diciendo con susto tal
Botas como estas no tuve.

Inocencio, nada temas,
–hablo de pronto una bota–
alégrate y toma nota,
resolveré tus problemas,
mediante un nuevo sistema
de efectiva economía,
y aumentaré cada día
tu dinero que hoy se agota
–aqui me puse las botas–
Don Inocencio decía.

Y salió pues a marchar
con cuatro marchas en una,
se sentía como pluma
al salir a caminar:
tenía que andar y andar
para probar que tenía
en la promesa que haría
de su existencia un edén,
que le fallo al cien por cien
por no hacer caso ese día.

Y fue así como las botas
le empezaron a apretar,
él se puso a reclamar
blandiendo al punto la nota
más con la cabeza rota
y un botazo por el quiube
salió esta vez a las nubes
sobándose…la cabeza
y diciendo, por promesas
hoy desando lo que andube.

DESPEDIDA

Al final supo, las botas,
eran pues de un militar
por eso es que en el marchar
no quedaron na de cortas
pero solo fué chacota
en cuanto a lo prometido
que Inocencio bien creído
se las calzó sin pensar,
y hoy tiene que lamentar
con el traste adolorido.

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Viva la paz en Corea

Viva la paz en Corea
Por Azucena Rojas1, de Santiago

CUARTETA

Por fin se impuso la paz
en el pueblo de Corea
pa terminar la odisea
de una lucha tan tenaz.

GLOSA:

Todos los pueblos del mundo
pidieron la paz con ansia,
todos dejaron constancia
del repudio más profundo;
ante el salvaje infecundo
grito de fuego voraz
y el gran esfuerzo tenaz
hoy ya se ve coronado
y el mundo este grito ha dado:
¡por fin se impuso la paz!

Ya se firmó el armisticio
en esa estropeada tierra
y el traficante de guerra
quedó cesante en su oficio;
ya no tendrá beneficio
hasta que arme otra pelea,
que con maña se las crea
para vender sus cañones
que de muestra habrá montones
en el pueblo de Corea.

Pa firmar se vio el demonio
en un singular apuro
en presencia del conjuro
que le anuló el matrimonio;
su condición de demonio
–aunque más pa odiar lo sea–
quiso ganar la pelea
y al ponerle punto y coma
mandó sacar las palomas
pa terminar la odisea.

Para el pueblo coreano
lo importante es que triunfó,
porque la paz consiguió
aunque le pese al villano;
es éste un derecho humano
—y el decir no está demás—
que el pueblo lo retendrá
pues bastante le ha costado
y con sangre lo ha ganado
en una lucha tenaz.

DESPEDIDA:

Por fin el niño en Corea
tranquilo podrá dormir,
ya no tendrá que sufrir
la cruel guerra que lo hambrea;
lucharán para que sea
hombre de gran heroismo,
consciente, de patriotismo,
como los que hoy han luchado
y que esta lucha han ganado
contra el yanqui imperialismo.

1 Errata del impreso, debiera decir “Roja”

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A un gran patriota

A un gran patriota
por Azucena Roja, poetisa popular de Santiago.

Hoy mi verso popular
lo dedico con amor,
al que fué todo valor
y combatiente ejemplar.
Con esto yo quiero honrar
de Fonseca su memoria,
y esta acción recordatoria
del gran líder nacional,
es una luz celestial
que nos trae honor y gloria.

No puede causar olvido
la pérdida irreparable
del que fuera irremplazable
timonel de su Partido,
camarada tan querido,
todo un ejemplo de amor,
incansable luchador
por el bien del proletario
modesto y humanitario
ejemplo de gran valor.

Ricardo Fonseca vive;
vive en cada corazón.
Palpamos con emoción
cómo nuestra alma recibe
el mensaje que describe
esa ruta que nos guía
el camino que el quería,
como una senda de flores,
para aliviar los rigores
de la fiera burguesía.

Vivimos para marchar
por la ruta de su ejemplo
consagremos pues un templo
donde él siempre deba estar.
Vivamos para luchar
en la forma decidida,
con que él entregó su vida
para aliviar el calvario
del humilde proletario
que tuvo su fé perdida.

DESPEDIDA

Ya debo finalizar,
cuando quería seguir,
para poder yo decir
mucho más de mi pensar.
Hasta aquí voy a dejar
lo que abarcó mi expresión
dictado con emoción
al recordar al patriota
que dió la más alta nota
con su noble corazón.

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Así fué el temporal

Versos por el temporal
Así fué el temporal
por Azucena Roja, poetisa popular de Santiago

CUARTETA:

Que empezó el martes dieciocho
jamás lo podré olvidar,
por querer algo salvar
casi me lleva el Mapocho.

GLOSA:

De cuando empezó a llover
no dormíamos tranquilos,
la vida estaba en un hilo
y no hallábamos qué hacer;
esa noche fui a comer
sólo un plato de morocho,
salí a mirar el Mapocho
que traía la más crecida
con toda el agua caída
que empezó el martes dieciocho.

De pronto a mi rededor,
entre la lluvia y el viento,
sentí gritos y lamentos
que me llenó de pavor;
corrí al bajo y el horror
me llegó a paralizar,
tan veloz fué el inundar
y el agua en ir arrasando
que lo que hoy estoy contando
jamás lo podré olvidar.

Al rancho fui presurosa
sin tiempo ya que perder
creyendo que iba a poder
salvar algo de mis cosas;
bajo la lluvia copiosa
que confundía el llorar,
peligrando el resbalar,
con el agua a las canillas
y a vece hasta las rodillas
por querer algo salvar.

El agua iba ya arrasando
con los ranchos y las cosas,
habría sido mi fosa
y no estaría contando;
porque al salir arrancando
un zapato que no abrocho
se me enrendó en un gangocho
y me caí, mas no sé,
me dijeron, sí, después:
¡Casi la lleva el Mapocho!

DESPEDIDA

Al final sólo ha quedado
miseria y el sentimiento
de que todo este tormento
bien pudo ser evitado;
si casas ya hubieran dado
los que van a discursiar,
esos que van a engañar
prometiendo al pobre roto
la casa a cambio del voto,
que luego ha de lamentar.

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