Antonio Acevedo Hernández

Antonio Acevedo Hernández
Por José Liguay, poeta popular de Longaví,

En homenaje a Acevedo Hernández, gran dramaturgo chileno y colaborador de nuestro diario, quien recientemente obtuvo el Premio Nacional de Teatro, José Liguay escribió estos versos de puro saber campesino y que suenan al oído como una tonada lejana.

DEDICATORIA

Hijo de pueblo chileno,
baquíano de sus caminos
buceador de sus destinos
y hombre de experiencia lleno;
en la adversidad, sereno,
fuerte y duro cual los Andes
colocado entre los grandes
por sus obras meritorias:
por eso canto tus glorias,
Antonio Acevedo Hernández.

BIOGRAFIA

Nació junto a la ribera
del cristalino Malleco,
donde aún resuena el eco
de aquella gesta guerrera
que dejará en la frontera
derrotado al español,
aquel lugar en que el sol
se obscureció para España,
donde sangre de esa hazaña
muestra el copihue de Angol.

GLOSA

Siendo niño, de su hogar
abandonó las blanderas,
el amor y las ternuras
que en él se puedan hallar
para salir a rumbiar
por los puntos cardinales.
Ellos fueron los puntales
de su primera enseñanza,
ya que, de andanza en andanza,
hizo estudios magistrales.

¿Quiénes fueron los profesores
de este gran hijo de Chile?
Aquí les hago un desfile
con una lista de honores:
de la selva los rumores,
los ríos cordilleranos,
los inviernos y veranos.
hombres buenos, forajidos,
santos a veces, bandidos:
todos los seres humanos.

Nadie como él conoció
los dolores campesinos
y el valor de los pampinos
muy cerca lo sintió.
Hasta que al fin comprendió
que la ignorancia total
era la lacra y el mal
germen de la explotación:
¿Por qué se opone el patrón
al progreso cultural?

Y hoy día todos sabemos
que se dispuso estudiar
para así poder crear
las obras que conocemos;
si a alistarlas nos ponemos
la cuenta no tiene fin:
una muy grande es “Caín”,
“Chañarcillo” es colosal
y en todas, lo nacional
está de uno a otro confín.

DESPEDIDA

Yo te saludo “Arbol Viejo”,
lleno de frutos maduros
y mis deseos más puros
en estos versos te dejo.
Gloria a ti, límpido espejo
de la tierra en que nací.
y pues que te conocí
hombre entero y pelo en pecho,
recibe este abrazo estrecho
de un huaso de Longaví.

Volver